Tres meses tuvieron que pasar hasta ver los primeros brotes surgir. Al principio pensé que había plantado mal. Del semillero, pasé a la mesa algunos de los brotes que salieron: tres lechugas, dos brócolis y una acelga. Dejé espacio para plantar un par de cebollas (que nunca planté). En un par de maceteros grandes planté otra acelga y un par de espinacas.
Prácticamente no me he tenido que ocupar de la huerta. De vez en cuando hemos regado; pero no ha sido necesario con el frío y la lluvia que ha caído en Madrid este invierno.
Observaba desde la ventana; pero poco más.
En febrero, por fin, salieron las lechugas.

(la pizarra de la cocina)
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